En la vida hay momentos en los que nos planteamos si merece la pena todo lo que hacemos por nosotros mismos; pero también por los demás. Si no sería mejor rendirse y dejar de luchar y no seguir adelante.
Cuando ocurre esto intentas recordar lo que hacer por ti y el resultado de ello. Por un lado, has intentado mantener a tus amigos, unos amigos que a veces por desgracia ya no tienen tiempo para ti, que hacen planes sin contar contigo, que nunca están cuando les necesitas. Sólo tienen tiempo para ti y no siempre cuando vas detrás de ellos como si fueras su perrito, si eres tú el que absolutamente siempre se interesa por todo y les estás encima.
Viendo esto te sientes prescindible, que no eres importante para ellos, que ya no puedes contar con ellos si algo te ocurre y entonces, te sientes solo, sientes que no le importas a nadie, que esas personas a las que tu considerabas importantes y necesarias en tu vida, sólo les interesas cuando a ellos les conviene, lo que te desanima y te hunde, de ahí que a veces rodeados de gente nos sintamos la persona más sola del mundo.